A lo largo de la historia han habido filósofos que se rebelaron contra la forma en que la filosofía se venía practicando, filósofos que al desafiar las líneas de pensamiento hegemónicas de su tiempo consuman una revuelta no sólo por fuera, sino también en el interior mismo de la tradición. Este pack de 3 libros está dedicado a algunos de ellos.
En Epicuro (341-270 a. C.) se aborda su filosofía que constituye una revuelta contra los grandes maestros de su pasado: Demócrito, Platón y Aristóteles. Su pensamiento representa una renovación vital que promete al hombre una realización verosímil en el mundo, sin falsas promesas ni exigencias imposibles. El hedonismo, pilar fundamental de su filosofía, no consiste para Epicuro en una mera búsqueda desenfrenada del placer, sino en una práctica sofisticada que busca evitar la turbación del alma. Todo ello en el marco de su escuela, el Jardín, pequeño refugio que, basado en la concordia y la amistad, fue capaz de proteger al hombre epicúreo de las acechanzas de un mundo cada vez más convulsionado tras la disolución del Imperio de Alejandro Magno.
La revuelta realizada por Eriúgena (800-877), un obstinado filósofo irlandés de la Edad Media, que, apoyada en la defensa y el ejercicio de la razón frente a toda autoridad humana, interpreta la Escritura y sostiene que el infierno no es sino un estado de conciencia. Sostiene también que la vida alcanza incluso a los seres que solemos pensar como inanimados; que el nombre más apropiado con que debemos llamar a Dios es "Nada"; que la Nada está más allá de todo y escapa al esfuerzo del pensamiento; y que el ser humano no es sino imagen de esa Nada. Sus ideas, vistas con sospecha desde un principio, fueron condenadas póstumamente en 1050, 1059, 1210 y 1225. Sin embargo, el pensamiento de Eriúgena emergió una y otra vez y llegó a nuestros años.
Los Cínicos se asocian con Diógenes de Sínope, que allá por el 336 a. C. le hizo un desplante al mismísimo Alejandro Magno y de quien Platón decía que era un «Sócrates enloquecido». No le faltaron discípulos, entre los cuales hubo figuras señeras como Crates e Hiparquia, pareja paradigmática de la Antigüedad que desafiaba las costumbres sobre el matrimonio y el papel de la mujer, mezcladas con esclavos y generales de las campañas de Alejandro en un conjunto tan abigarrado y colorido como las ideas mismas del grupo. Provocadores, vagabundos, indecentes, pero a la vez esforzados y tenaces, los cínicos desbordaron los moldes de la filosofía antigua y vienen atravesando desde entonces la historia de Occidente con sus prácticas culturales de contravención de las tramas sociales dominantes, alimentando antes y ahora creativas estrategias de advertencia contra la superficialidad y el sinsentido.