A lo largo de la historia han habido filósofos que se rebelaron contra la forma en que la filosofía se venía practicando, filósofos que al desafiar las líneas de pensamiento hegemónicas de su tiempo consuman una revuelta no sólo por fuera, sino también en el interior mismo de la tradición. Este pack de 3 libros está dedicado a algunos de ellos.
En Epicuro (341-270 a. C.) se aborda su filosofía que constituye una revuelta contra los grandes maestros de su pasado: Demócrito, Platón y Aristóteles. Su pensamiento representa una renovación vital que promete al hombre una realización verosímil en el mundo, sin falsas promesas ni exigencias imposibles. El hedonismo, pilar fundamental de su filosofía, no consiste para Epicuro en una mera búsqueda desenfrenada del placer, sino en una práctica sofisticada que busca evitar la turbación del alma. Todo ello en el marco de su escuela, el Jardín, pequeño refugio que, basado en la concordia y la amistad, fue capaz de proteger al hombre epicúreo de las acechanzas de un mundo cada vez más convulsionado tras la disolución del Imperio de Alejandro Magno.
La obra de Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es una acumulación, un torbellino de revueltas. La revuelta de una filosofía que apunta a la disolución de todo filosofar embrujado por la gramática. La revuelta del lógico que realza lo místico. La revuelta del soldado frente al sinsentido. La revuelta del que calla su voz filosófica. La revuelta del que impugna el mandato del silencio y se deja sorprender por la diversidad de la acción del lenguaje. La revuelta del que aborrece el discurso de la teoría desapegada de las formas de vida. Wittgenstein encarna, así, buena parte de las tensiones de la filosofía contemporánea, ejemplificando, en la deriva de su pensamiento, el pasaje desde una metafísica de la imbricación entre el lenguaje y el mundo hacia una de las formas más radicales de antiesencialismo filosófico. Leer a Wittgenstein es entrar en la conversación que la primera mitad del siglo XX legó con mayor impacto para nuestro presente.
En Foucault (1926-1984) nos encontramos con uno de los primeros filósofos en advertir, a comienzos de los años 60, en una escena intelectual dominada aún por el existencialismo de Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty, acerca de las aporías y los peligros de ese ideal. Convencido de que la tarea del filósofo era diagnosticar su actualidad, se animó incluso a vaticinar la pronta “muerte del hombre”: hurgando en archivos grises (la suya fue una filosofía en la historia), estableció de hecho que el hombre era más el efecto pasajero, históricamente circunscripto, de determinadas prácticas discursivas y dispositivos de poder, que el fundamento que tanto las filosofías modernas como las ciencias humanas se empeñaron en hacernos ver. ¿Y ahora quién podrá defendernos? Las revueltas –como el pensamiento– son siempre vertiginosas.