Muchas figuras de la escena política, sindical o empresaria han pasado por la cárcel. En Prisioneros —resultado de una investigación minuciosa— las autoras relatan las historias de 16 personalidades argentinas que vivieron esa experiencia y escriben la crónica de sus días en prisión, en cuyo tejido interviene lo cotidiano (la rutina, las visitas, los pasatiempos, la convivencia con los otros presos, etc.) y lo cruel (la humillación de las autoridades, la violencia propia de toda cárcel y hasta la tortura). Estos relatos sirven de punto de inicio para una serie de reflexiones acerca del estado del sistema penitenciario argentino, su precariedad, la tergiversación de su sentido original y en conjunto reflejan las falencias de una estructura en crisis. Como si se tratara de una realidad paralela, detrás de los muros carcelarios se traza un nuevo contrato social que actúa como caja de resonancia de la desigualdad y las miserias sociales.
La ley del imputado colaborador, más conocida como ley del arrepentido, solo en seis meses de haber sido aprobada sumó 31 arrepentidos, una cifra inédita para la justicia argentina. Esto abre el camino a muchas preguntas. ¿Se implementó bien la ley? ¿Hubo confesiones bajo coacción? ¿Se direccionaron algunos testimonios? ¿Se mandaron mensajes desde el poder político para que no hubiera arrepentidos en causas claves? ¿Cómo tomaron la decisión aquellos que buscaron acogerse a esta figura?
Los arrepentidos plantea estos interrogantes y no sólo permite asomarse a cómo cambiaron las vidas de los personajes, algunos de los cuales son monitoreados electrónicamente y ya no pueden ejercer sus respectivas profesiones, sino también conocer las instancias más ocultas de sus negociaciones con la Justicia, a través de sus abogados o defensores oficiales.